martes, 14 de octubre de 2008

De la depresión a un liderazgo que cambió la historia

¿Quién fue Oliver Cromwell? Cuando niño vi una película en que este controvertido personaje histórico era representado por Richard Harris. Después supe que, antes que quedara registrado su nombre en la historia como aquel que dirigió la primera revolución política en Inglaterra, y que terminó con la abolición de la monarquía y la decapitación de Carlos I, Cromwell era un granjero inglés que vivía deprimido y con pensamientos de suicidio. Un día tuvo un encuentro personal con Jesucristo, y su existencia cambió radicalmente. Ahora, estaba convencido que su vida tenía un propósito trascendente, que Dios lo había elegido para cambiar el rumbo de la historia de su nación (bajo una corrupta monarquía por esa época, con la ayuda del no menos corrupto parlamento).

Cromwell carecía de formación militar. No obstante, era un hombre inteligente, enérgico, práctico, poseedor de notables habilidades de organización y mando, que entendía que era el momentum para el cual Dios lo había llamado. Estaba convencido que Dios le daría la victoria porque creía que el Señor estaba con él.

Preparó un cuerpo de caballería en rígida disciplina. Seleccionó hombres comunes y corrientes como él, pero que hubieran tenido un encuentro personal con Jesucristo. Mientras los entrenaba hasta el cansancio para ser rápidos y efectivos en batalla, los discipulaba llevándolos a orar y alabar.

Dios había trasnformado a este depresivo en un encendido y elocuente orador. De esta forma, Cromwell motivaba a sus tropas y les mostraba como la lucha era parte del plan de Dios para sus vidas.

Dedicadamente, Cromwell los dirigía e instruía, cuidaba a su ejército con gran entrega, preocupándose desde su vestimenta y presentación personal hasta el pago regular del salario. Reprendía las conversaciones de doble sentido, los chismes y las murmuraciones en la tropa, los defendía ante la crítica de los malintencionados y no aceptaba ninguna manifestación de indisciplina en sus filas.

Con el tiempo, este ejército marchó al unísono; eran rápidos para embestir, flexibles y altamente eficientes. Ganaron batalla tras batalla hasta llevar a Cromwell a asumir el gobierno en Inglaterra. Una vez en el poder, éste implementó profundas medidas como la reorganización de los impuestos, la liberación del comercio, profundas reformas en la iglesia y el desarrollo de la educación a través de las universidades.

Adapto esta reflexión de Omar Daldi, quien cita a Robert Greene para destacar los siguientes puntos notables en el liderazgo de Oliver Cromwell, que los líderes de ministerio universitario debieran considerar:

1. Haz que tu equipo luche por una causa. Todo grupo necesita creer en algo, y en nuestro caso como cristianos, creemos en Alguien por quien vale la pena luchar.

2. Debes velar por las necesidades de quienes te siguen. Si las personas se juegan al cien por ciento por la visión, si son fieles al liderazgo, pero carecen de cuidados pastorales básicos, al tiempo se desanimarán y dejarán la causa. Recuerda que no somos asalariados, somos pastores, y el buen pastor su vida da por las ovejas. ¿Estás llamando a tu discípulo? ¿Realmente lo pastoreas?

3. Mantente al frente mientras diriges. Los jóvenes del ministerio necesitan una instrucción clara; saber qué y cómo deben hacerse las cosas, pero que también el líder no sea alguien que se queda atrás, sino que va adelante, tomando la causa tan en serio como ellos.

4. Mantenlos ocupados. Cuando la gente está ociosa, la cabeza se llena de ideas vagas, aparecen dudas y cuestionamientos al llamado, la disposición desaparece y se debilita el empuje. Es necesario que no merme el trabajo como parte de la motivación.

5. Motívalos. Busca algunas metas relativamente fáciles de alcanzar, para que vean que el ministerio no es una labor imposible, y entonces aliéntalos y llévalos a una nueva victoria. No permitas que decaiga el estímulo.

6. Premia y exige. Reconoce los logros, pero no vicies a la gente con recompensas o elogios excesivos. Tampoco regañes todo el tiempo, pues así destruirás la moral. Busca en oración el equilibrio.

7. Sé drástico en confrontar a los murmuradores. No permitas que extiendan el temor, la angustia , la mentira ni la indisciplina. Corta ese mal de raíz.
Ya pasó el tiempo de Cromwell, pero aún podemos aprender de su testimonio con el objetivo de tener claridad sobre a quiénes debemos seleccionar para la labor ministerial y cómo aplicar los principios bíblicos implementados en su ejército.

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