La juventud chilena se enfrenta hoy a grandes desafíos. En medio de una sociedad indiferente, los jóvenes nos sentimos intensamente comprometidos en la búsqueda de una verdad que nos proporcione satisfacción, gozo y libertad interior.Lamentablemente las alternativas que se nos presentan son tan numerosas como relativas. A diario se manifiestan en nosotros los síntomas de esta crisis interna: amargura, soledad, depresión, temor, inseguridad, ansiedad y rebeldía.
El joven tiene miedo, no sólo de morir, sino también de vivir en un mundo sin sentido ni propósito. División en la familia, problemas de comunicación y fracaso estudiantil son algunas de las consecuencias de estos conflictos.
“El corazón del hombre tiene un vacío...y ese vacío tiene la forma de Dios” nos dice el filósofo y físico Blas Pascal. Este vacío no puede ser llenado con ninguna cosa creada, sino por Dios mismo, revelado en la persona de Jesucristo, quién afirmó ser “el camino, la verdad y la vida” (Evangelio de San Juan 14:6).
Puedes probar todos los caminos, todas las filosofías, todos los misterios y bienes disponibles, pero sólo Cristo garantiza una vida en armonía con Dios, los hombres y el mundo. El dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Evangelio de San Juan 10:10).
Simplemente por medio de la fe puedes invitar a Jesús para que llene tu vida. Su ofrecimiento está en Apocalipsis 3:20: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”
Si te sientes identificado con estas palabras, puedes hacer la siguiente oración para invitarle como tu Señor y Salvador personal:
“Señor Jesucristo, yo te necesito. Reconozco que Tú moriste por mis pecados. Te pido que entres a mi vida como Señor y Salvador y hagas de mí la persona que Tú quieres que yo sea. Amén”
Si te interesa conocer más de la vida con sentido y propósito, te invitamos a comunicarte a nuestro blog.
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